(19 de diciembre )
¡Lo que hay que hacer
por una caña y una tapa!
Sábado. 16:00h.
Encuentro con el grupo.
Te dan un palo bastante
largo, al que le dicen lanza.
¡Menos mal que arriba hay unas
vistas impresionantes!
Por ejemplo unas
olonas que, despeinadas por el viento, dejan escapar nubes de espuma que suben
por todas esas mismas laderas (súper empinadas). Todo ello visible por la
iluminación del bajo sol invernal – ya queda menos para el solsticio – que se
reparte desde el valle hasta la isla baja!
Una vez abajo, todavía
falta una hora para la hora de la caña y la tapa, así que no queda otra que ir
a los bancales de por ahí a practicar más saltos: el de precisión, el salto a
banda, más bastoneo… no me acuerdo de todos los nombres pero ‘me lanzo’ (nunca
mejor dicho) igual. Y paso un rato formidable con toda la gente del grupo, que
como yo han convertido el sábado tarde en un momento sagrado de la agenda
semanal!
Finalmente el sol se
convierte en nuestro aliado, anunciando su retirada. Nos vamos. Próxima parada:
en el bar con la esperada caña y tapa!
Yo soy más de vino,
¡pero por esto del salto soy capaz de aficionarme a la cerveza!
Gracias a los monitores,
Juan y Javi, por ese tiempo y paciencia que nos regalan. Y a todos lo mejor
para estos días y muchos saltos en el año que viene.
Carsten.